En todo ciclo hay un continuo retorno de las cosas, que aparecen y desaparecen para poder ser reconocidas y valoradas; algo que no es causa solo de un orden necesario. Ahora bien, si en lo qué nos rodea hay cierta mecánica del reconocimiento, entonces ¿qué derechos tiene un ciclo natural? ¿Hay que procurar garantías para el patrimonio inmaterial? ¿Tienen derechos los muertos? ¿Y las muertas?

Las obras de Irene Gil i David Tena; de Alejandro Cabrera y Carlotta Napolitano; de Helena Freiría y Albert Tarrats, abordan las maneras como las cosas son devueltas al presente: sobre como las diferentes formas de paisaje –natural, social, cultural– toman de nuevo la palabra a partir de las anomalías y las carencias. Intensificar una relación con los objetos y la materia, a pesar de hacerlo a partir de un momento de ausencia u olvido, tiene que permitir el reconocimiento mutuo entre los elementos y quienes los transita.

En Colombia, el río Atrato ha sido recientemente declarado un sujeto con derechos. Esto es un hito que inaugura un nuevo espacio de atención sobre las cosas: las sitúa en un proceso vivo en que sus hábitos y acciones muestran su carácter cíclico, y en el cual es posible definir y redefinir nuestros bienes comunes. En esta exposición, una perspectiva similar ha llevado a los artistas a subrayar la importancia de lo que es temporal, gracias a la interacción y a la imagen en movimiento. La mirada audiovisual acontece un acto de testimonio, pero también de cura. Un intento de unir contemplación y acción, en una reivindicación del que hay, del que hubo y del que habrá.